Monday, October 17, 2005

Con amor para mi Princesa

Este pensamiento lo tuve el lunes 18 de abril pasado, lo dedico con mucho amor a Sofia
Con amor para mi Princesa

Hoy hace doce años un angel volvió al cielo
Un angel que enseñó a sus seres queridos un sentido diferente de amor
Un angel que -con apenas 5 años- mostro el valor mas grande que puede haber a quienes la rodeamos
Un angel que dejó huella en este caminar
Un angel que enseñó el verdadero sentido de lo trasendente
Un angel que sigue presente en muchos niños enfermos de cáncer
Un angel que, quienes quismos fortalecerla, salíamos fortalecidos
Hoy, hace doce años supe que la muerte solo puede entenderse desde la vida
Hace doce años un angel se convirtió en presencia en vez de sentir su ausencia
Un angel que supo mostrar el sentido cristiano del sufrimiento humano
Ese angel es MI HIJA
Y despues de doce años..... aún la extraño
Para ti Sofy, que sé que puedes leer esto dentro de mi corazón
Tu Padre.....

¿Quién puede hacer que amanezca.......?

¿Quién puede hacer que amanezca.......?

Quien le dice a la semilla?: Nace.....
O a la rama desnuda?: Reverdece...
Quien le exige al rodesal?: Florece...
O a la hiedra que al muro no se abrace...

Quien le ordena al vendaval que arrase?
O a la ola del mar que no regrese..
Quien a la aurora le dice?: Resplandece...
¿Quién puede impedir que el tiempo pase?

La profundidad del mar ¿quién ha medido?
¿Quién puede lograr que haya un pasado?
O que el viento sea bueno o sea adverso?

Todo sucederá –y ha sucedido-
De la manera con que fue ordenado
Por el SEÑOR creador del Universo!

Solo Él puede hacer que amanezca!!!!!!!

Thursday, October 13, 2005

Dios no elige a los preparados, prepara a los elegidos

Dios no elige a los preparados, prepara a los elegidos

En el mes de junio de 1992 y luego de haberle diagnosticado Leucemia a nuestra pequeña hija Sofía, de apenas 4 años, mi esposa y yo nos enteramos que en el Hospital Infantil Universitario de la Cd. de Torreón, habían siete niños con las misma enfermedad, la diferencia era que sus familias eran de escasos recursos económicos y que, desde hacia tres años todos los pacientes que llagaban al hospital con ese padecimiento morían por no tener la forma de adquirir el tratamiento de quimioterapia; Así que junto con otras ocho personas, fundamos la Asociación Pro Niños Con Leucemia de la Laguna A.C. Sin embargo, durante los siguientes 12 meses la labor de la Asociación fue incipiente, no fue sino hasta el mes de abril del siguiente año, cuando nuestra hija partió a los brazos del Padre cuando empezamos una labor mas estructurada. Pero hubo un regalo de Dios que me permitió cumplir con lo que se convertiría en una misión de vida.

Después de tres semanas del renacimiento de mi hija a la vida eterna, recibí una llamada alrededor de las 8:00 p.m., al otro lado del teléfono se escuchaba a una mujer angustiada, que con voz entrecortada me dijo:
-Señor, la enfermera del hospital me dijo que le llamara, ya que a mi hija Ana Beatriz le acaban de decir que tiene leucemia y no tengo dinero para comprar su medicina ¿me podrá ayudar?
- Por supuesto, ¿que es lo que necesita señora? -respondí-
Luego de darme el nombre de los medicamentos, me dijo que los mismos los requería antes de las 11.00 p.m., me comprometí a llevarlos antes de esa hora, ya que en ese momento salíamos a nuestro grupo de oración y era de 8:00 a 10:00 p.m.
Cerca de la hora indicada, y luego de llevar a mi esposa a la casa para cuidar a nuestro hijo (ahora único) me dirigí a comprar las medicinas. Al llegar al hospital me enfrenté a un terrible dilema; Me di cuenta que no había vuelto al hospital desde la muerte de Sofía, -los que han cuidado enfermos en un hospital sabrán lo sombrío, triste, desolado y quizá hasta tenebroso que suele ser por las noches un hospital-, quedé petrificado, no podía entrar, me sentía como un ciudadano de Liliput frente a un edificio enorme que intentaba devorarme, donde los recuerdos aun recientes de las ultimas noches de vida de mi hija se venían a la memoria. Por unos instantes decidí retroceder, no entrar, dejar ahí a la pequeña Ana Beatriz y a su madre en espera de un halo es esperanza, también pensé en buscar algún amigo o familiar que hiciera entrega de tan importante encargo, pero ya no había tiempo, eran casi las 11.00 de la noche y parecía que la vida me jugaba una broma de mal gusto.
Entonces, haciendo uso de todas mis fuerzas entré, subiendo la escaleras empecé a orar al Señor con toda mi fe disponible, al subir a la planta alta volví a ver el pequeño oratorio que durante tantas noches había sido mi refugio y una vez mas me dirigí al Señor postrado de rodillas y le dije: “Señor, no sé que hago aquí, no sé porque me has escogido a mi para esta labor, ¿Por qué a un hombre tan cobarde? ¿Por qué a un hombre que teme enfrentarse a sus recuerdos? No sé si te des cuenta que no serviré para esto!!!. Sé que tu Misericordia se hace presente a través de los brazos humanos, por eso te pido que, si es decisión tuya que este sea mi apostolado y hacerte presente con los niños enfermos de cáncer, ayúdame!! Te entrego mis miedos, mi cobardía, me entrego a ti para que hagas de mi lo que desees, porque yo solo no puedo.”

Me levanté aun tambaleando, me dirigí a la sala donde estaba esta pequeña y con un gesto de su mirada la enfermera encargada me indicó la cama de la niña, tenia 5 años de edad, la misma que tenía mi hija entes de partir. Su madre asomaba por la ventana en espera de la ayuda, cuando me acerqué a ella no hubo muchas palabras, le di las medicinas, mismas que la enfermera tomo y dijo “Justo a tiempo, ahora lo preparo para administrarlo”. Mis piernas temblaban, mi boca seca no podía articular palabra, quería darle ánimos a esa mujer pero no podía, la pequeña dormía tranquilamente como si Dios hubiera dádole el mejor de los calmantes. En ese momento la madre me vio a los ojos con una mirada de amor que jamás olvidaré, sentí que esa era la mismísima mirada de Dios, con sus manos juntó las mías y sin dejar de verme a los ojos me dijo: “Dios se lo pague señor” con voz quebrada solo pude responder: “Ya lo ha hecho señora y tenga la seguridad que esto es obra de Él”

Salí corriendo del hospital, mi corazón latía fuertemente, el llanto me ahogaba, subí a mi auto y recorrí las calles sin rumbo fijo, no dejaba de llorar. Al llegar a casa platiqué con mi esposa y juntos, de nuevo, como muchas noches antes lloramos y oramos juntos, pero no estábamos solos, la presencia de Dios podía sentirse en nuestro hogar.

Han pasado 12 años después de esa historia, Ana Beatriz fue dada de alta después de tres largos años de tratamientos continuos, ahora es una linda señorita de 17 años que vive saludable a lado de su madre en un ejido cerca de Fco. I. Madero. Yo por mi parte he vuelto al hospital cientos de veces, he hablado con decenas de madres cuando le diagnostican la enfermedad a su hijo o hija o cuando alguno de ellos esta a punto de partir a la vida eterna, he llevado medicinas en cualquier día de la semana, aun de noche y JAMÁS, NUNCA JAMÁS he vuelto a sentir aquella sensación de cobardía, temor, o recuerdos que a punto estuvieron de coartar la misión de Dios. Por ello, doy gracias a Él por haberme sanado de la forma que lo hizo, y por haberse fijado en un hombre tan cobarde para hacer presente Su Misericordia.

Al recordar esto, viene a mi memoria una frase que un amigo sacerdote me dijo en una ocasión: “Dios no elige a los preparados, prepara a los elegidos”
Dios los Bendiga a todos.