Saturday, August 27, 2005

“Los Celos son inseguridad”

Por Carlos Aguirre M.
Esta frase, es una clásica definición para tratar de entender la raíz de un sentimiento que suele hacernos vivir ahogados, desesperados, llenos de odio y ciegos ante una realidad que muchas veces esta muy lejos de ser cierta.

Después de haber realizado una breve encuesta entre varios amigos y amigas sobre esta definición, noté que todos la habían escuchado, pero la mayoría entendía de forma diferente su sentido real, es decir, ellos interpretan esta frase como; “una persona celosa es quien tiene inseguridad de que su pareja, vea en otra, una mejor opción, ya sea en lo físico, en lo emocional o en el trato diario y por consecuencia, le sea infiel” Aunque reconozco que no esta del todo mal esta interpretación, sí está lejos de definir el verdadero sentido de la frase que titula esta articulo.

Primero, debemos diferenciar entre lo que yo llamo “Celos provocados” y “Celos Infundados” aunque en cualquier caso la inseguridad y la baja auto estima de quien los padece tienen un papel importante, la causa suele darle un cariz diferente a ese insano sentimiento.

La definición de estas dos frases suelen ser obvias, pero es necesario mencionarlas para evitar interpretaciones personales. “Los celos provocados” son aquellos que nacen debido a un comportamiento claro de promiscuidad por parte de un miembro de la pareja, también por su indefinición sobre el concepto de fidelidad o poca importancia a éste, y finalmente, por antecedentes de una posible o clara infidelidad pasada. Por otro lado, “Los celos infundados” son aquellos que nacen solos, sin que haya un motivo para sentirlos -al menos para quien se siente agraviado por su pareja celosa- Estos últimos suelen ser más dañinos, incluso patológicos, donde la baja estima e inseguridad tienen un papel mas importante.

Por ello, y tratando de explicar el papel de la inseguridad en los celos, es necesario aclarar que; la inseguridad a la que se refiere esta frase, no es la de sentirse inseguro de que su pareja le sea infiel, o inseguro de no ser como esta quiere que sea, tampoco es inseguridad de no llenar las expectativas de su pareja para ser la persona ideal con la que él o ella puedan vivir fielmente. Más bien, la inseguridad a la que nos referimos es: ¡La incapacidad de sentirse totalmente seguros de sí mismos! O dicho de otra manera, ¿que tan alta tengo mi auto estima? ¿Cuanto puedo reconocer mi capacidad de realización ante el mundo en que vivo, ante el trabajo, la familia, los amigos y mi pareja? Cuando se lleva una vida exitosa en todos los aspectos de la vida diaria, cuando solemos cosechar los frutos del triunfo y la realización, los celos nunca se harán presentes, pero ésta realización, insisto, debe ser en TODOS los aspectos de la vida, y con ello trato de explicar que muchas veces, vemos personas exitosas dentro de su trabajo, de su familia o socialmente, pero hay partes escondidas, muy personales, donde íntimamente suelen sentirse insatisfechos, fracasados, inseguros, o bajamente estimados y en apariencia son personas exitosas, pero en realidad viven sentimientos de inseguridad que solo ellos conocen, bueno………. incluso a veces ni ellos mismos conocen. También debemos situar claramente que esta auto estima y seguridad no tiene mucho que ver con el éxito económico, -que es con lo que los hombres, léase sexo masculino- solemos medir el éxito.


Claro está que, cuando los celos son provocados, -como el primer ejemplo- este evento hará que el aspecto emocional de la persona celosa pueda verse dañando, ¡aun y cuando jamás se haya experimentado este sentimiento!, por ello, la importancia de sentirse fortalecido en lo individual para superar el momento y no permitir que este deje huella y dañe la relación por siempre, habrá también que considerar y cuestionar cuales fueron los motivos de la pareja para provocarlos, pero esto sería motivo de otra reflexión, por lo pronto solo me atrevo a sugerir mejorar la comunicación en pareja para superar estos conflictos e incluso, buscar ayuda profesional para que permita a cicatrizar las heridas provocadas en este caso.

Pero, esto no es mas que un razonamiento teórico y recomendado por profesionales, que cuando se vive no es fácil asimilar, cualquier persona que haya experimentado momentos de celos, sabe lo difícil que es superarlos, la dificultad que implica dejar de pensar o imaginar lo que su pareja está haciendo, pensando o soñando y sentir de pronto que hemos dejado de ser el motivo principal de su existencia, y celar que haya otra posible persona que ocupe sus pensamientos, esto nunca será fácil de superar y menos aun, si centramos nuestra existencia y sentido de la vida en nuestra pareja.

Lo recomendable ante cualquiera de las dos situaciones es; vivir nuestra individualidad plenamente y dejar que la pareja la viva de forma igual, romper con toda dependencia emocional y propiciar que el otro la rompa también para lograr una relación de pareja madura y perdurable, de tal suerte, que sepamos que nuestra felicidad no está en función de lo que el otro pueda ofrecernos, sino de lo cada uno de nosotros tenemos dentro de sí mismos. Para ello, siempre será necesario tener nuestra auto estima fortalecida, y con ello nuestra seguridad se apuntala. No se trata de comportarnos indiferentes a lo que nuestra pareja haga o deje de hacer, pero si a tratar de vivir los aspectos de nuestra vida cotidiana exitosamente, para luego buscar el encuentro con nuestra pareja que nos haga realizarnos en el aspecto emocional. No digo que sea fácil, pero vale la pena intentarlo!!

Sunday, August 21, 2005

Surfrear o coducir?

Vivir la vida surfeando o conduciendo

Por: Carlos Aguirre Moreno


Aunque la mayoría de nosotros difícilmente podemos imaginar lo que significa el deporte del surfing, trataré de describir brevemente un día en la vida de un surfista y posteriormente un día en la vida de un conductor de metro, para finalmente dejar al lector sacar sus propias conclusiones, sobre las grandes diferencias de estos personajes y la similitud con la forma en que a escogimos vivir la vida.

El día del surfista inicia desde un día antes de salir, cuando analiza la posible playa donde habrá las olas ideales para disfrutar de este deporte, tendrá que investigar en el meteorológico o donde pueda esta información para que, la mañana siguiente, salga dispuesto a buscar los retos de este deporte. Así, temprano se levanta y se dirige a la playa escogida, la contempla por unos minutos, la mide, ve primero el tamaño de las olas y las estudia. Por fin se dirige a la orilla y decide a entrar al mar, se coloca sobre la tabla y empieza a nadar mar a adentro, empujándose solo con sus brazos, no hay motores, no hay ayuda externa, es solo él y su tabla contra el mar, el mar que habrá de conquistar sin saber exactamente lo que le espera, ya que este deporte –como muchas cosas en la vida- así es, impredecible, impetuoso, y tremendamente excitante conquistarlo.
Ahí está ahora nuestro surfista, tumbado sobre tu tabla y viendo como las olas empiezan a levantarse. El punto donde el surfista se coloca para medir la ola es donde ésta apenas nace, no es posible saber que tamaño tendrá, solo la experiencia y la vocación le podrá decir cual ola intentar conquistar. Por fin, al cabo quizá de unos breves minutos, o quizá un horas, ve venir la ola que le ofrece la oportunidad de trepar y conquistar y decide hacerlo, en ese instante no sabe con certeza si lo logrará, cierto está que debajo de él, a unos pocos metros hay corales que pueden provocarle heridas, o que la traicionera ola puede revolcarle, pero la decisión está tomada, se coloca detrás de ella………y sube a la tabla! Siente la adrenalina correr por sus venas, siente el impulso de la inercia hacia delante, a partir de ese momento lo mas importante es la concentración y no perder el equilibrio, -que como muchas otras cosas en la vida suele ser lo mas difícil de mantener- de pronto se encuentra en la cresta de la ola, la experiencia lo hace bajar para tratar de entrar en el túnel que la ola produce antes de romper, y saber que ha conquistado de nuevo al mar, este pensamiento lo distrae por unos instantes, lo suficiente para que, en ese preciso momento caer al agua…. es revolcado por el mar, traga agua, el cordón que ata a la tabla a su tobillo le hace sentir dolor, intenta nada hacia arriba, de su boca salen burbujas de aire, apenas lo logra sacar la cabeza el cielo, respira hondo y sale nadando hacia la playa, cansado, no pudo con esa ola. Pero esto no lo desanima, sabe que no es fácil conquistar el éxito y sabe que cada ola es siempre diferente, cada ola es un reto, cada ola es una meta, y de cada una ha aprendido algo nuevo, para hacer de este hombre un hombre cada vez mas experimentado, aun a sabiendas que quizá haya una ola que no lo deje salir nunca del traicionero mar.
Una vez mas, se introduce al mar, a un lugar similar de donde decidió trepar la última ola, ya que jamás será el mismo punto, porque el mar nunca es el mismo, es siempre cambiante, siempre diferente, ya que la temporada del año, le día, incluso la hora son variantes que hacen de este un lugar siempre impredecible. De nuevo, después de un tiempo decide tomar la ola siguiente, vuelve a intentarlo, revisa los movimientos que debe tener, se coloca sobre la incipiente ola y se sube a su tabla, confiado que ahora sí es la ola adecuada, está sobre ella, ahora está en la cresta, baja suavemente para entrar al túnel e inicia su recorrido, la ola empieza a reventar justo detrás de él, siempre detrás de él, mientras se dirige al final de túnel se agacha un poco para mantener el equilibrio, no piensa en otra cosa mas que en el momento mismo, lo disfruta, acaricia con su mano la pared de la ola frente a él, y finalmente……….. sale de ella!!!!! La ola terminó, la ola fue conquistada! Los breves instantes que duró son suficientes para sentirse satisfecho, todavía siente la adrenalina correr por sus venas, y en la mente vuelve a recordar cada segundo de este éxito, no solo para vivirla de nuevo, sino también para encontrar los movimientos que le permitieron conquistarla.
Finalmente, ha terminado su día, se dirige a su casa, lugar donde al salir no estaba seguro de regresar, pero este día, al igual que muchos otros lo logró, y ya empieza a pensar en la próxima playa donde las olas representen un reto mayor para seguir sintiéndose triunfador. Sabe que hay quienes lo piensan loco, pero la intensidad que le regala este deporte es lo que lo hace sentir vivo, y piensa que otra forma de vivir es inadmisible.

El día del chofer el metro se presenta de una forma totalmente diferente, ya que éste inicia al momento de levantarse, no hay que buscar a donde ir, sale de su casa con la certeza que, al menos por su trabajo, regresará a la hora de costumbre, se dirige a la estación donde ayer, la semana pasada, el mes pasado y años anteriores lo ha hecho día a día, al entrar charla con sus compañeros, toma una taza de café, sin mas prisa que la necesaria para checar a tiempo el reloj de entrada. Revisa el manual de seguridad, mismo que tiene años de haber sido impreso y que hasta el momento ha dado muestras de confiabilidad, toma en cuenta cada una de las instrucciones antes de dar inicio, si bien ya lo sabe de memoria, lo hace en estricto apego a las reglas. Por fin, pone el metro en marcha, acelera gradualmente la velocidad, sin prisas, pero sin contratiempos, según lo establecido, sabe lo que hace y sabe que lo hace bien, es una actividad que no demanda demasiado estrés, no hay adrenalina, pero tampoco riesgos, el trayecto que recorrerá será el mismo que ha realizado todos los días de los últimos años, las mismas vías, las mismas terminales, los mismos túneles…. No hay cambios, no es posible que haya cambios. En este trabajo, las variables sobre la temporada, el mes, el día, incluso las horas son totalmente predecibles. Las horas pico, las estaciones grandes y llenas, aprende de memoria las caras de muchos de los miles de usuarios que día a día usan el mismo trasporte…. No hay cambios, hay seguridad y sabe que la mejor dicha que la seguridad ofrece es la supervivencia. Sin embargo, recuerda la ultima vez que se presentó un sobre salto, en medio del tercer túnel, cerca de la hora pico vio a lo lejos un bulto sobre la vía, imprimó rápidamente los frenos, -según lo indica el manual de seguridad- causando un griterío de hombres y mujeres usuarios todos del metro, había detenido el tren justo antes de llegar a la obstrucción, inmediatamente de la central se comunicaron para conocer el motivo, ya que este chofer nunca está solo, siempre habrá alguien a quien pueda recurrir en caso de urgencia, hay todo un equipo tecnológico y humano detrás de él, las decisiones que toma solo tienen que ver con su labor rutinaria, nada mas allá, él solo tiene capacidad de decisión para que su trabajo -por el cual fue contratado- lo haga bien y por cierto cumple bien, y lo sabe, se siente satisfecho de ser un trabajador cumplido, ordenado, meticuloso, responsable, jamás ha faltado a su trabajo por causas injustificadas, tampoco ha puesto en riesgo nunca la seguridad de él y el pasaje que trasporta.
A la mitad de la jornada, toma un descanso para comer, mientras su tren es revisado mantenido y limpiado, para luego de los 90 minutos reglamentarios seguir la segunda parte de su jornada. Finalmente se ha cumplido un día mas, conduce el tren hasta el lugar de revisión, saluda al mecánico que conoce perfectamente desde hace años, toma su lonchera y sale, se dirige de nuevo a su hogar, donde sabe que lo aguardan 30 minutos después de la hora de salida. Al llegar a su casa preguntan: ¿Qué tal tu día? Y responde: Muy bien, todo normal.
Sabe que hay quienes lo piensan aburrido, o rutinario, pero también está convencido que es la mejor forma de vivir y gozar de las cosas mas importantes que lo rodean, también sabe que esta es la mejor forma de llegar viejo.

La conclusión creo que es obvia, la vida suele darnos la alternativa de escoger como la vivimos, en ambos ejemplos hay ganancias y pérdidas, habrá quienes piensan que la lucha diaria por conseguir un triunfo más, es todo lo que necesiten en ese momento, aunque la seguridad de sus bienes este en juego a veces, y otras donde las posibles ganancias sean abrumadoras, y esta forma de vida los llena de emoción y de ímpetu, sienten que la vida es para vivirse y que lo que aquí atesoremos no nos lo llevaremos a ningún lado, eso justifica su pensar. En cambio hay quienes piensan que la seguridad de lo que hacen y tienen, es lo mas importante, piensan que, no les importa el cuanto ganaran o dejan de obtener, sino el riesgo que corren al hace algo que no es predecible, y esto es lo que los llena de satisfacción.

¿Y tu, Cual de las dos formas prefieres vivir?, ¿surferar o conducir? Anticipando tu respuesta, te diré que si has pensado ser chofer de lunes y viernes y practicar el surf los fines de semana, te diré que lamentablemente no es posible, ya que estas dos personalidades se contraponen en extremo, ni hablar, hay que decidir.

Thursday, August 18, 2005

Hombres Triunfadores

“Hombres Triunfadores”

En alguna ocasión, platicando con un hombre de 80 años me decía que; a su edad sentía no haber podido triunfar en la vida, ya que siempre se sintió muy “corto” para hablar y siempre le fue difícil relacionarse con la gente, si bien, trabajó toda su vida en diversos lugares, nunca pudo ser verdaderamente un triunfador, al menos esa era su percepción. Esta platica continuó por varias horas, durante la cual supe que en su matrimonio, procreó a 8 hijos, ahora todos casados y hechos hombres y mujeres de bien, contaba con 26 nietos a los cuales adoraba y con quienes pudo experimentar la “paternidad irresponsable”, además, había festejado ya sus bodas de oro con su único y verdadero amor; Su esposa, tiempo durante el cual había vivido una relación de pareja que, al escuchar su historia, no pude evitar envidiarle. Vivieron penalidades de salud con una de sus hijas a la edad de 11 años (ahora ya casada), sufrieron la perdida de otra de ellas en edad adulta, así como la de una nieticita a la edad de 5 años, pero también vivieron momentos de mucha dicha, como vivir 11 años en otro país donde procrearon a 4 de sus hijos, disfrutaron al ver la graduación de ellos, y el nacimiento de cada uno de sus nietos, y ahora ven y disfrutan con calma sus frutos, frutos que cosechan después de 55 años de sembrar. Este hombre, también mostró ser un modelo de esposo, respetuoso, responsable y cariñoso.

Por ello, creo que la sociedad actual, nos impone modelos de hombres triunfadores que están muy lejos de los verdaderos ejemplos de triunfo, ya que, el ejemplo de este hombre, debiera ser el del verdadero triunfador, un modelo para la mayoría de los seres humanos que pasamos por este mundo, y cuando al final de nuestro camino, volvamos la vista atrás y nos demos cuenta que lo que hicimos nos permitió trascender en la vida, aun cuando los logros realizados no sean los que el mundo nos aplaude y reconoce. Esto quizás se deba a que estamos demasiado acostumbrados a verlos de forma normal, común, o porque la influencia Hollywoodense se hace presentes en nuestros parámetros para medir el triunfo.

Hay una anécdota del Nóbel de física Alberto Eainsten que cuenta que; En cierta ocasión, recién recibido el premio Nóbel, visitó una Universidad Norteamericana para ofrecer una charla improvisada, la primer pregunta que recibió del joven auditorio fue: “Para Usted que ha significado tener éxito en la vida” cuentan que el director de la Universidad se sonrojó al escuchar una pregunta que nada tenía que ver con la Teoría de la Relatividad...... El físico, con la paciencia que siempre lo caracterizó respondió: “Para la mayoría de las personas, el éxito en la vida consiste; En todo lo que podemos arrebatarle a la vida, por ejemplo, un auto lujoso, un yate, una residencia, un titulo universitario o una gran empresa. Pero yo, después de haber vivido de la forma como lo he hecho, sé que el verdadero éxito no es eso, sino lo contrario, es decir, éxito es: Todo lo que le hemos dado y regalado a la vida, como: hijos, trabajo, amor y trascendencia o una teoría de física, eso, para mi, es el significado del verdadero éxito”.

A veces los triunfadores no son aquellos a los que todo el mundo aplaude y reconoce, no son los que construyeron grandes obras, dejaron constancia de su liderazgo o viajaron en primera clase, tampoco los administradores geniales, ni los visionarios del futuro o los grandes emprendedores. Por ello, tal vez no los reconocemos en medio de tanto pensador, filósofo o tecnólogo, que conducen a este mundo por la senda del progreso.
El triunfador no es nada mas el negociador internacional, o el hacedor de empresas de clase mundial, no es el que se afana por exportar mucho, sino el que todavía se importa a sí mismo. Puede ser también el que calladamente lucha por la justicia, aunque no sea un gran orador o un brillante diplomático, o el que venció la ambición desmedida y no fue seducido por la vanidad o el poder. Es triunfador el que no obstante que no viajó mucho al extranjero, con frecuencia hizo travesías hacia el interior de sí mismo para dimensionar las posibilidades de su corazón. Es el que quizás nunca alzó su mano en el podium de los vencedores, pero triunfó calladamente en su familia, con sus amigos y los cercanos a su alma.
También, triunfador no es aquel que ha tenido múltiples mujeres y las ha dado de todo, sino aquel que fue capaz de tener una sola y haberse dado todo a ella. Es, quizá, el que nunca apareció en las páginas de los periódicos, pero sí en el diario de Dios; el que no recibió reconocimientos públicos, pero siempre obtuvo el de los suyos; el que nunca escribió libros, pero sí cartas de amor; el que pensó en redimir a su país a través de la asfixiante aventura de su trabajo común y rutinario, o aquel que prefirió la sombra, porque no gustaba de los reflectores.
A veces el triunfador no es el que tiene una esplendorosa oficina, o una secretaria ejecutiva, no hace planeación estratégica ni elabora reportes o evalúa proyectos, pero su vida tiene un sentido, un proyecto, una planeación con su familia, tiene tiempo para sus hijos y encuentra fascinante disfrutar de la hermosa danza de la vida.
Otras veces el triunfador no es el que pasa a la historia, sino el que hace posible la historia; el que encuentra gratificante convencer y no sólo vencer. El que sabe que aunque sólo vivirá una vez, si lo hace con maestría, con una vez le bastará.
El triunfador no tiene que ser el que construyó grandes andamiajes y estructuras administrativas, pero supo cómo construir y administrar un hogar; no es el que tiene un celular, pero platica con sus hijos, no tiene e-mail, pero conoce y saluda a sus vecinos, no ha ido al espacio exterior, pero es capaz de ir hacia su espacio interior, y sin haber realizado grandes obras arquitectónicas, supo construirse a sí mismo
Las personas que han dado muestras de ser triunfadoras pueden ser Teresa de Calcuta, Francisco de Asís o Nelson Mandela, o tal vez la enfermera callada, el empleado sencillo y el campesino olvidado, porque como personas triunfaron sobre la apatía o el desencanto y con su esfuerzo cotidiano establecieron la diferencia, o también ser el carpintero pobre de un lugar ignorado, o una mujer sencilla de pueblo o un niño humilde que nació en un pesebre, porque no había para él lugar en la posada...
Es un triunfador aquel que puede cerrar los ojos cada noche con la tranquilidad de saber que amó, que pudo dar paz y que llevó bienestar a otros cuyas almas estaban inquietas, o aquel que puede encontrarse en el abrazo y en los latidos de su hijo y siente que se ahoga con esa emoción, aquel que reconoce que tiene una misión e intenta descubrirla aún cuando la oscuridad lo enceguece, aún cuando la niebla cubre su camino y no sabe si éste continua o termina allí, o el que tiene las manos cálidas para aferrarse a la vida y el corazón abierto para dejar entrar en él a todos, aún a aquellos que pueden llegar a lastimarlo.
Es un triunfador aquel que sueña y se entrega, aquel que pudo levantarse una y otra vez y que apostó a la vida una y mil veces y dejó de lado su dolor para aliviar el dolor de quienes ama. Aquel que puede con los años perder el miedo al sentir que se acerca a la última estación y se alegra al leer el cartel que vislumbra ya que en él se resume su vida........ Su triunfo.

Monday, August 15, 2005

¿Por qué temer a la Muerte?

¿Por qué temer a la muerte?


Por: Carlos Aguirre Moreno

Mañana cobraré el dinero que me deben. ¿Será seguro que mañana amanezca nublado? En dos años encargaremos un hijo, ¡Este año tengo el propósito de bajar de peso! La próxima semana saldré de viaje de negocios. Tengo planeado un proyecto que estoy seguro cambiará mi vida. Cuando termine mi carrera estableceré un negocio de bienes raíces…….

Estos son algunos ejemplos de las muchas preguntas, propósitos, planes, sueños y proyectos que frecuentemente nos hacemos día a día, según sea nuestra condición, edad, personalidad o necesidad. Pero ninguna de ellas será verdaderamente cierta, habrán muchos motivos y circunstancias que eviten que logremos realizarlas, aun y cuando tengamos toda la voluntad para concretarlas. Porque lo único verdaderamente seguro que tenemos en esta vida es: La Muerte.

Según la mayoría de las corrientes o teorías psicológicas, por no decir todas, aseguran que es necesario ver con claridad y objetividad los problemas que vivimos, ya que si no les ponemos nombre, no podemos enfrentarlos. Siempre debemos considerar las diferentes opciones que tengo frente a mí, para saber tomar una decisión acertada, pero ¿Por qué jamás pensamos que mañana podemos morir? ¿Por qué la muerte no es nunca un elemento a considerar ante la mayoría de nuestras decisiones? Si es lo único seguro que tenemos, ya que “en el momento mismo de nacer, empezamos a morir”. Por supuesto que sería desastroso para todo ser humano vivir siempre con este pensamiento, sería sumamente angustiante, pues vivimos como si nunca nos fuera a pasar, como si esta posibilidad solo se presentara en otros. Vemos con alarma a los miles de muertos que nos presentan los diarios, y pensamos solo por breves minutos que “la vida no la tenemos comprada” y luego al pasar la hoja, nos olvidamos de ese pensamiento y seguimos como si esta realidad fuera solo para otros, no para nosotros.

¿Podríamos imaginar por un momento la terrible angustia de aquellas personas que, padeciendo una enfermedad terminal saben que sus días están contados? O la de aquellos presos condenados a muerte meses o semanas antes de su ejecución, o la del mismísimo Jesucristo, cuando de manera absolutamente humana, ora sudando sangre en el huerto de Getzemaní (Lc. 22, 44). No, realmente no creo que podamos imaginarlo, salvo aquellas personas que se han visto en le umbral de la muerte y han logrado vivir para contarlo. Según la psiquiatría una de las angustias más profundas y desgarradoras que podemos vivir los seres humanos es la que se conoce como: La angustia previa a la muerte. La muerte será siempre un tema lleno de escrúpulos, y miedos, se convierte en un tabú del que nadie quiere leer ni escribir, menos aun platicar, por lo tanto, será siempre un pensamiento que jamás tomaremos en cuenta como una opción para la toma de decisiones, es mas, ni siquiera le damos forma de pensamiento en momentos decisivos y personalmente creo que tenemos razón al no hacerlo.

Sin embargo, las personas que profesamos una religión basada en Cristo, este tema no deberá ser nunca un fantasma, ni siquiera algo a lo que debamos temer, quizá los dos únicos motivos para temerle, sería el miedo al dolor físico que pudiera causarnos el momento mismo, y reflexionar en la forma como nos comportamos durante la vida, pero nada mas, ya que nuestra fe nos dice que; mas allá de la muerte se encuentra la vida eterna, y esa es precisamente la base fundamental de nuestra fe Cristiana!. Por ello pienso en una enseñanza que tuve hace algunos años cuando mi hija, de apenas cinco años de edad, partió a esa vida eterna.

Aprendí que; Cuando Dios hace al hombre a Su imagen y semejanza, “Insufló en sus narices aliento de vida” (Gen 2, 7)1 este aliento, debe interpretarse como “El Espíritu” que Él nos regala, por ello la imagen y semejanza con Dios. Desde ese momento tenemos ya, un espíritu completo, y ese momento es precisamente el mismo de la concepción, -por ello la negación de la iglesia a permitir un aborto, aún dentro de los tres primeros meses de concebidos- de tal suerte que ese espíritu es lo verdaderamente inmortal que poseemos. Y lo que tenemos prestado, lo mortal, lo perecedero, lo corrompible, es el cuerpo, -Templo del espíritu-, lo que irá cambiando poco a poco a lo largo de nuestra vida hasta quedar hecho cenizas o tierra. Y así, desde que nacemos nuestra vida tomará su camino, el camino que nosotros busquemos y podemos hacer con ella lo que queramos. Sin embargo, ese espíritu tendrá que regresar forzosamente a donde fue creado, a las manos del Creador para toda la Eternidad. Uno de los padres de la iglesia decía: “La vida dura apenas un suspiro en el tiempo eterno”, pero este suspiro será lo que marque la diferencia del lugar donde vayamos estar por toda La Eternidad, por ello la importancia de estar siempre preparados y con las lámparas encendidas como las vírgenes prudentes del Evangelio (Mt. 25, 1-13). Es claro que no podemos olvidar que la Misericordia de Dios es Infinita, e insondeable y el arrepentimiento y reconocimiento de Su existencia, que podamos tener en los últimos instantes de nuestra vida, pudiera ser suficiente para llegar a manos del Creador, como lo hiciera el “ladrón bueno” justo antes de morir a lado de Jesús. (Lc. 23, 42:43).

Bajo este razonamiento, ¿Cuál sería la preocupación por la muerte? ¿Dejar lo que tanto nos ha costado? ¿Dejar de ver a los seres amados en este mundo? Si esto fuera así, recordemos que la fuente de amor misma es Él, una fuente de amor que no nos permitirá jamás extrañar lo que aquí amamos o dejamos, la vida Eterna estará siempre llena de todo lo que Dios significa; Amor, Paz, Tranquilidad, Misericordia, Luz, Verdad. Vida, en fin, todo lo que anhelamos en este mundo finito y por lo que nos desgastamos viviendo. La enseñanza que nos deja esto es; buscar siempre las cosas de Dios, y esperar sin olvido, que la muerte a nuestro cuerpo llegará inevitablemente en el momento menos pensado, y de ahí en adelante podremos disfrutar de la felicidad eterna que tanto buscamos en vida.

No puedo dejar de pensar en el dolor que nos causa la pérdida de algún ser querido, pero aun esta pena, será mucho mas llevadera cuando pensamos que ese ser amado, está en un lugar donde ahora es amado por ¡El Amor mismo!, y no podrá jamás estar en un lugar mejor, aunque esto signifique no ser a lado nuestro.

Así que, vivamos la vida de forma intensa, hagamos planes, proyectos, sueños, propósitos, con la intención de hacerlos realidad, sin olvidarnos de donde venimos y hacia donde vamos y sin pensar que la muerte nos acecha, al fin, ya sabemos que hagamos lo que hagamos, finalmente llegará.

"Ser o no Ser"

“SER O NO SER” PLENAMENTE
(Una reflexión personal)

Por: Carlos Aguirre Moreno
¿Por qué el ser humano se empeña en complicarse la existencia cuando debe estar agradecido con la vida?........ Esto representa en muchos casos un verdadero dilema de lo que yo llamo “conflictos existenciales” y no creo haber encontrado una respuesta contundente que nos permita tener herramientas para dejar de hacerlo de una forma sencilla
Sin embargo, creo que esto se debe en parte, a la necesidad de encontrarle un sentido mas profundo a la existencia, y no me refiero a las necesidades básicas del ser humano, ya que cuando estas faltan, se convierten –o al menos así debe ser- en lo prioritario de la vida, como lo menciona Víctor E. Frankl en su libro “El hombre en busca del sentido” donde lo mas importante es la supervivencia en los campos de concentración. No, me refiero a un sentido que realmente satisfaga la necesidad de crecimiento, madurez, reconocimiento, autoestima en fin… la necesidad de sentirse realmente útil y satisfecho como “ser” que existe.
También veo con cierto aire de envidia a aquellos hombres (me referiré como “hombre” al genero humano) que viven una vida sin contratiempos, sin conflictos, hombres que se levantan todos los días por la mañana y se dirigen a sus labores diarias, se desarrollan de forma normal, comen en sus hogares a diario, conviven con su familia, toman algunas cervezas el fin de semana y la única distracción que esperan, sin mas que exigencia, será ver la telenovela de moda por las noches, o el juego de fútbol el fin de semana, viven pues, de una manera que los llena o al menos eso parece, claro que en la mayoría de los casos se toparan recurrentemente con problemas económicos o de salud, -por mencionar algunos- los primeros lo resolverán dejando de comprar algo que tenían planeado y yendo a empeñar parte de su raquítico patrimonio, en cuanto al segundo, se conforman con llevar al familiar al Seguro Social y esperar a que los medicamentos hagan su efecto, esta espera será de manera tranquila, sin cuestionamientos médicos, ya que de una u otra forma están acostumbrados a recibir lo que es “normal”. Pero claro…. También estas personas viven sin cuestionamientos existenciales, creen que su paso por la vida es así, simple, logran conformarse de una forma maravillosa que me hace recordar a Anthony de Mello cuando dice “en la aceptación está la paz” Claro que también en sus vidas no esperan nada, ya que, si nunca se han sentido real y completamente realizados entonces no extrañaran esa sensación, si nunca han sentido la adrenalina correr por sus venas como consecuencia de la realización de un sueño, proyecto, o ambición, entonces no la necesitan. Y quizá al final de sus días puedan decir; Viví como Dios me permitió hacerlo.
El problema, creo yo, se presenta en los hombres que ya han probado las mieles del éxito, de la realización personal o profesional, cuando han descubierto su verdadero potencial que llevan dentro de sus pensamientos, cuando han sabido ser actores y no espectadores de la vida, cuando saben que son del tipo de personas que “hacen” que las cosas sucedan y no de las que solo se enteraron que las cosas sucedieron, o peor aun, de las que se preguntan ¿Qué sucedió?. Este tipo de hombres, no se conforman con lo que Dios las permitió hacer, sino que saben que Dios les ha dado en custodia los talentos para ponerlos a trabajar y multiplicarlos. Pero entonces, volviendo a la pregunta original, ¿Por qué mortificarnos en complicarnos la existencia? ¿Será una necesidad de nuestro temperamento? ¿Acaso estos hombres son siempre insaciables?
Si la inteligencia emocional nos permite ser capaces de controlar adecuadamente los pensamientos, y como consecuencia de ello, controlar las emociones, y quien controla las emociones es capaz de controlar su vida, entonces ¿será esto una deficiencia, incapacidad o limitante de nuestra inteligencia emocional?
No tengo respuestas aun, pero creo que esto pudiera resolverse buscando un nuevo sueño que permita a estos hombres encontrar una nueva pasión en la vida, en el que puedan explotar todos esos talentos y capacidades pero ¿Qué pasará cuando esa pasión se acabe? ¿Irremediablemente volverán a con nuevos conflictos? ………… aun no tengo respuesta.

“Haciendo el amor”

"Si bien, este escrito tiene mucho de mi inspiración, sobre todo la parte familiar, debo reconocer que parte del mismo fue modificado de un original que desconozco tu autor"
Carlos Aguirre Moreno

Hace unos días pasé un fin de semana con mis padres en una casa de campo, ellos tienen casi 80 años de edad y 55 de casados. De pronto noté que él estaba absorto viendo el paisaje del "Valle del Hundido" y mi madre se quedó mirándolo por unos minutos sin quitarle la vista, él seguramente sintió la mirada de amor y volteó a verla, por unos instantes se vieron a los ojos fijamente, sus rostros de suavizaron, se sonrieron uno al otro y volvieron de nuevo cada quien a lo suyo.Jamás había visto "hacer el amor" de una forma tan rápida y tan profundamente amorosa.... por ello recordé lo que una vez había leído sobre un diferente significado de hacer el amor y habiéndole dado un cariz personal, quiero compartirlo con ustedes:
¿Conoces el verdadero significado de hacer el amor?Cuando pones la mano en su hombro, frente a la cama de tu hijo y le dices "No te preocupes, te amo".
Cuando ven salir juntos el sol, y con cada amanecer sienten renovado ese amor que nació con un "te amo".
Cuando tienen problemas económicos, o de salud y los enfrentan juntos y aún en la adversidad le dices "no te preocupes, yo te amo".
Cuando al llegar a casa del trabajo sientes el confortable abrazo y el dulce beso de esa persona que con un "te amo" acelera tu pulso y sientes que el corazón te late mas aprisa.
Cuando en la madrugada sienten la preocupación por el hijo que no ha llegado y en la cama sientes una voz que dice "no te preocupes, te amo". Cuando van a tener un hijo y en el momento del parto sientes sus manos y su voz que te dice "te amo" estoy contigo.
Cuando ven crecer juntos a sus hijos y a tu lado sientes la misma voz que hace años te enamoró con un "te amo".

Cuando ven los frutos de su amor en los hijos jugando con sus nietos y una mirada se cruza y en ella encuentran una vez mas ese "te amo" en los ojos
Cuando sientes que un hijo quizá no es lo que ustedes hubiesen deseado, pero que igual lo aman y sientes un apretón de manos que te dice, "pase lo que pase yo te amo"
Hacer el amor es caminar juntos en la vida, superando los obstáculos que la misma vida les pueda presentar, es crecer juntos espiritual e intelectualmente, evolucionar unidos, fortalecer los lazos en común con esos pequeños detalles que algunas veces nos parecen tontos e insignificantes, pero que sin embargo son tan importantes para evitar la rutina que es la más cruel enemiga del amor.
Cuando te sientes triste, cuando te sientes feliz, cuando te sientes deprimido, cuando te sientes enfermo, cuando te sientes sano y siempre sientes a esa persona a tu lado, diciéndole tu "te amo" y ella respondiendo "yo te amo mas"... en esos momentos puedes decir "he hecho el amor".
Hacer el amor es llegar al final de tu vida al lado de esa persona que hace años te conquistó y que te ha hecho sentir el ser más feliz y dichoso sobre la tierra.






¿Equidad de Género?

¿Equidad de Género?
Por Carlos Aguirre Moreno

Desde 1975 cuando se proclama al año internacional de la mujer, los términos que han definido la lucha del género femenino por mejorar sus condiciones de vida, que por siglos habían sido impuestas por el hombre, han tenido algunos cambios significativos. Durante los años setentas e inicio de los ochentas el termino era “liberación femenina” ello llevó a muchas a definirse como Feministas, y a ser casi vistas como una secta diabólica que vendrían a revolucionar la tranquilidad familiar y el orden social hasta entonces machista. Si bien era necesario un movimiento de esa magnitud para zarandear las conciencias y modificar los paradigmas de la “mujer ideal”, también es cierto que se exageró, y muchas mujeres que se sentían muy masculinas terminaron por apoderarse de este movimiento o por lo menos, fueron ellas a las que se les identificó como portadoras de éste, haciendo que la liberación fuera vista más como una competencia y una superioridad por encima del hombre, lucha que muchas mujeres vieron con cierto desagrado..

Durante la década de los noventas se modifica el termino y se le llama “Equidad de Genero” donde se busca mas la igualdad que la liberación o superioridad, otrora mal entendida. Así les mujeres inician un discurso donde la lucha principal es la equidad en los derechos, oportunidades, valores, respeto, dignidad, es decir; igualdad de todo lo que, desde afuera podemos recibir como género humano. De inicio estaba bien planteada esta propuesta, el problema se gesta cuando esa igualdad se traslada a las capacidades entre ambos géneros, ya que personalmente creo que la única capacidad que nos hace iguales a hombre y mujeres es la capacidad intelectual, de ahí en adelante todas las demás capacidades nos hacen diferentes. En indudable que la capacidad de amor no es igual entre los géneros, así como la capacidad de relacionarnos, la inteligencia emocional también difiere entre ambos, la capacidad de sentir, de percibir, de ver la vida, y sobre todo, la capacidad de la maternidad y/o paternidad es diametralmente opuesta.

No entiendo el porqué algunas de las personas que proclaman la Equidad de Genero se empeñan en hacernos parecer iguales, cuando las diferencias son las que hacen posible, bello y agradable la relación de pareja, ¡benditas diferencias! éstas no nos hacen ser mejores o peores que el otro, solamente “diferentes”. La mayoría de los hombres gustan de mujeres inteligentes, sensibles, esbeltas, bellas al ojo humano y no de aquellas musculosas, masculinizadas, insensibles y con poco arreglo personal, así como tampoco las mujeres gustan de hombres finitos, delicados y afeminados, entendido que puede haber excepciones, pero la regla es otra.

La maternidad suele ser la mayor de las diferencias que podemos percibir, y no solo me refiero a la capacidad de concebir y llevar dentro del vientre materno nueve meses a un pequeño ser, sino a la maternidad en toda la extensión de la palabra, desde la concepción misma, pasando por el amamantamiento, la crianza, los cuidados y atención escolar, (no exclusiva de las madres, pero sí diferente) y lo que es mas importante, la creación de una figura materna fortalecida y adecuada a nuestros tiempos. Esto ultimo pareciera que se ha deteriorado debido a la incursión de mujeres en la vida profesional, ya que muchas de ellas han descuidado su feminidad y han masculinizado su comportamiento, incluso al grado de confundir los roles que a cada miembro de la pareja le corresponde dentro del matrimonio, teniendo como consecuencia muchas confusiones y desvíos en los hijos(as) al ver menguada la figura paterna y modificada la materna, conste que no pienso que esta ultima no deba ser fortalecida, el desacuerdo estriba en ver desvirtuada la figura materna, según los roles que la psicología moderna establece para una sana relación de familia.

Ante esta reflexión, he notado que los hombres tienen por lo general, tres posturas diferentes, algunos piensan que es solo cuestión de semántica y se muestran indiferentes ante este concepto y ante el movimiento mismo, por otro lado los hay quienes están totalmente de acuerdo con todo ello y están dispuestos a aceptarlo –es triste ver que este grupo es el menos, aunque poco a poco van cediendo terreno- y finalmente encontramos hombres en total desacuerdo, desdeñando el papel que la mueres debe tener en la familia y sociedad, y mostrando la postura machista y conservadora de antaño. Pero lo que realmente llama la atención es ver que, aunque la postura de las mujeres es estar mayoritariamente de acuerdo con esta equidad, también es cierto que muchas de ellas temen enfrentarse a una individualidad en la familia y sociedad y a asumir los compromisos y consecuencias de vivir equitativamente, Es cuando se hace presente lo que en psicología se conoce como “Síndrome de Cenicienta” donde los miedos a encarar un rol mas participativo, activo, responsable, ante la forma como pudieran ser juzgadas por la familia y sociedad y ante el temor de dejar la comodidad que muchas mujeres tienen actualmente con la sociedad machista, pesan más que las propias convicciones.

El reto que nos presenta la actualidad a hombres y mujeres, es grande, ya que debemos identificar y hacer conciencia que, en cuanto a derechos los dos géneros somos iguales, también reconocer que solo la capacidad intelectual y de razocinio es la única igualdad que existe en cuanto a capacidades, exaltar por igual las diferencias de ambos, y sentirnos orgullos de ser del sexo con el que hemos nacido (respetando aquellas personas que eventualmente tengan preferencias sexuales diferentes, esto también deberá ser la excepción, pues de lo contrario si se convierte en regla, el genero humano desaparece) y finalmente entender cuales deberán ser los roles adecuados para cada genero dentro de la familia, para evitar confusiones, desvíos y trastornos a los hijos.

Si no logramos identificar y trabajar en este reto, hombres y mujeres habremos perdido la lucha por esa equidad, pero principalmente la mujeres habrán perdido muchas de las características que hasta ahora las han hecho ser verdaderas mujeres, que con orgullo puedan llevar su feminidad por el mundo y sentir que son capaces de conquistarlo desde su posición femenina.

Junio 2005

La Paradoja del Amor


La paradoja del amor

Por: Carlos Aguirre Moreno

¿Quién puede olvidar la hermosa e idílica sensación de sentirse enamorado? Los bellos momentos en que pensábamos en aquélla persona que, a la postre, se convertiría en nuestro cónyuge, esa persona especial que hacía que todos nuestros pensamientos estuvieran dirigidos a un solo punto, a una sola dirección, a un solo objetivo: El Matrimonio. Cuantas veces al valorar esa decisión, -si es que alguna vez lo hicimos- vinieron a nuestro pensamiento todas las virtudes y cualidades de esa persona espacial, que nos acompañaría el resto de nuestra vida. Era difícil encontrarle defectos en su comportamiento, y si por casualidad hallábamos alguno, seguro no sería jamás problema.

Esos momentos de enamoramiento son cruciales en nuestra vida, incluso, necesarios vivirlos, ya que será el motor que nos empuje a dejar el calor de hogar que vivimos y disfrutamos de solteros, dejar la comodidad que nos brinda vivir a lado de nuestros padres, dejar la seguridad de ser hijo de familia y enfrentarnos a una nueva vida, que si bien sabemos será difícil, nunca será tanto como para negarnos el placer de disfrutar estar con la persona que amamos profundamente. En estos momentos nuestros sueños e ideales emocionales están en su punto máximo y estamos dispuestos a enfrentarnos a cualquier situación, sea económica, familiar o de cualquier otra índole, incluso, pasar por el duelo que significa separarnos de nuestros padres o hermanos. Pero ¿qué importa eso? En esos momentos lo único que sé es que ¡estoy enamorado y puedo contra el mundo!

Sin embargo, así como el enamoramiento se presenta de forma natural durante la adolescencia o primera juventud, también el des-enamorarse se presentará de forma igual unos años después del matrimonio, no quiero decir con esto, que el amor termine, por supuesto que no, sino que éste va cambiando a un amor maduro, un amor en el que podamos ser capaces de vernos a nosotros mismos tal cual somos, y en nuestro cónyuge los defectos que antes no pudimos ver, y aun así, seguir amándole, un amor que nos permita trascender como matrimonio y entonces es cuando debemos ver a la relación de pareja desde otra perspectiva, desde la perspectiva de lo posible y no de lo ideal. Ya que antes, la principal dificultad para ver con claridad estaba en que; El enamoramiento no nos deja ver a través de un cristal, sino de un espejo, que hace que proyectemos en el otro a nuestro propio ser, como diría Jorge Bucay en su libro, “Amarse con los ojos abiertos”: “El mejor, el más preciso y cruel de los espejos, es la relación de pareja: único vinculo en que podrán reflejarse de cerca mis peores y mis mejores aspectos.”

Por su parte, Fritz Perls, padre de la psicología Gestáltica, solía decir que el ochenta por ciento de toda nuestra percepción del mundo es pura proyección..... y cuentan que después de decirlo miraba a los ojos al interlocutor y agregaba ..... y la mayor parte del restante veinte por ciento.... también. Por ello, es de suma importancia dejar el estado de enamoramiento que nos ayudo tanto en un primer momento para formar un matrimonio. Y es entonces cuando la pareja se enfrenta al verdadero desafío; seguir juntos por el resto de su vida. Y así se nos presentará la disyuntiva de ver ahora a mi pareja sin proyecciones, y preguntarme si puedo amarla tal cual es, o me quedo pegado a mi ideal de persona que antes vi.

No debemos perder de vista que los sentimientos, a diferencia de las pasiones, son más duraderos y están anclados a la percepción de la realidad externa. Si tomamos en cuenta todo esto, podremos enfrentarnos a ese desafío sin mayor problema que el de aprender a amar con madurez, y esto es; aprender a amar ya no las coincidencias, el desafío es amar las diferencias. Y cuando esto pese, cuando atravesemos esos momentos, ya no seremos los mismos, habremos crecido, seremos ya más concientes, nos sentiremos mas plenos, aprenderemos a vivir nuestra propia vida sin esperar que nadie lo haga por nosotros, tampoco intentaremos resolverle la vida al otro, encontraremos en el otro la posibilidad de hacer un proyecto de vida juntos, pasarla bien para crecer, para divertirnos, para vivir plenamente nuestro matrimonio, para disfrutar de nuestros hijos, y al convertirnos en un ser completo no necesitaremos del otro para sobrevivir, pero es muy importante recordar que, si bien no nos moriremos sin él, ahora tengo a alguien completo con quien compartir lo que tengo y lo que él tiene, ese es el “verdadero sentido de pareja”. Ya que como decía Ambrose Birce: “si quieres que tus sueños de hagan realidad..... despierta”

Por esto, creo que el mayor desafío que presentan las parejas de hoy en día, es vivir esa paradoja de amor, que consiste en superar todas las emociones y proyecciones que sentimos cuando vivimos el estado de enamoramiento, mismas que hicieron posible que formáramos una pareja, para poder ver, ahora, con honestidad como soy yo, como es mi cónyuge y poder aceptar que somos lo que siempre fuimos, sin espejos sin idealizaciones. Encontrar la verdadera felicidad de vivir en pareja consiste en amar ya no lo que antes me enamoró, sino al verdadero ser que tengo frente a mí y amarlo profundamente, sin expectativas, sin limite, sin proyecciones, y con ganas verdaderas de aceptarle y estar dispuesto a vivir así el resto de nuestra existencia. Las parejas que no logran superar esta paradoja, estarán irremediablemente destinados a vivir una separación física o emocional.

Libertad o Sociedad

LIBERTAD O SOCIEDAD

Por Carlos Aguirre Moreno

Coyoacán, vocablo derivado de la palabra náhuatl Coyohuacan (lugar donde hay coyotes, según la versión más aceptada) y que ha sido considerada como una de las zonas patrimoniales más importantes del Distrito Federal, denominada corazón Cultural de la Ciudad de México, es hoy el fruto del proceso de diversas etapas que le dan las características propias, tanto en el aspecto geográfico, demográfico, urbano arquitectónico, social, económico y cultural(1). Lugar donde que se encuentra el museo de Frida Kahlo, su plaza principal donde podemos encontrar prácticamente de todo en el ámbito bohemio, jóvenes bailando libremente al ritmo de música afro-antillana, puestos de artesanías y colguijes de todo tipo, para gustos excéntricos, esotéricos, rebeldes, artículos para masaje, aceites aromáticos, incienso y un sin fin de personajes característicos del ambiente hippie, donde la anarquía por lo establecido es lo común, dejando de pronto a un lado el concepto mismo, ya que al vivir todos la misma forma de pensar y actuar, éste parece dejar de existir. También es el lugar adecuado para comer o tomar café leyendo algún libro sobre Filosofía o temas afines en cualquiera de los tantos lugares alrededor de la plaza, disfrutar de una buena compañía que comparta por el gusto de la libertad absoluta, donde no hay leyes, ni conceptos morales que cumplir, donde la religiosidad es la que cada uno siente, vive y entiende. Es en pocas palabras, el lugar ideal para quienes desean vivir la vida sin barreras, sin límites, sin vergüenzas, sin valores sujetos al “debe ser”, sin prejuicios, donde no importa el “que dirán” y el amor libre se vive en su máxima expresión, liberados del falso orden social que impone la sociedad en que vivimos los que decidimos ser “normales”.

Todo esto me lleva a pensar que de algún modo, todos los hombres llevamos dentro una parte que nos seduce a vivir como los asiduos visitantes de Coyoacán, y dejar a un lado todas aquellas cosas que nos obligan a cumplir con el orden social establecido, dejar de pensar tan capitalistamente al suponer que la mayor seguridad está en la economía, en la educación de nuestros hijos, en la certidumbre de un trabajo remunerado. Dejar también a un lado la carga moral, que no es otra cosa que valores dictados por la sociedad en que vivimos y, aunque se dice que la ultima regla de moral es la conciencia, al vivir en un sociedad tradicionalista como la nuestra, la conciencia estará siempre contaminada por todo lo que vemos, oímos, vivimos, y nos vemos obligados a dejar a un lado gran parte de las emociones que solemos sentir, ya sea de forma ocasional o recurrente. También nos seduce la idea de vivir el amor libre como lo viven ellos, sin leyes que nos anclen a vivir según lo dicta la Ley del hombre o la ley de Dios, dejar a un lado la idea de la pareja monogámica como único ejemplo de expresión de amor. Y por ultimo, olvidar o mejor dicho, acomodar los valores religiosos a nuestra conveniencia, ya que éstos por momentos se vuelven difíciles de cumplir, con la siempre idea del pecado y el infierno como consecuencia de éste, donde nuestra condenación será sufrir por toda la eternidad las horribles llamas de infierno.

Pero entonces, ¿Por qué la mayoría de los mortales decidimos vivir según el orden social y no de forma anárquica? La respuesta puede estar en lo que podemos encontrar al final de nuestra vida, ya que estos pensamientos seductores son mas comunes cuando entramos en la adolescencia, y sobre todo, en la primera juventud, es en esa edad cuando creemos tener una larga vida por delante y la capacidad de comernos al mundo entero, es cuando nos revelamos a todo orden social, y por supuesto, al yugo familiar, sin medir consecuencias a largo plazo, ya que, ese plazo es tan lejano que percibimos que nunca llegará. Así que después de vivir un poco la cruda realidad y empezamos a planear nuestro futuro, vemos que la única y verdadera seguridad para el resto de nuestra vida está precisamente en vivir de manera ordenada, ya que viendo las cosas con frialdad, esa vida anárquica nos llevará, entre otras cosas, a la soledad, al desamparo y esto constituye una aberración a las necesidades del ser humano, porque ¿Quién estará a mi lado cuando enferme? ¿Quién me acompañará cuando viejo, si decidí no tener pareja formal el resto de mi vida? ¿Qué tipo de hijos procree si con mi ejemplo los hice igual a mí? ¿Me sentiré orgulloso de ellos como pago de mi existencia por este mundo? ¿Me sentiré razonablemente orgulloso de mi forma de vivir? Quizá tenga mucha experiencia en el campo del amor, de la amistad, haya vivido cosas, y aprendido conceptos filosóficos que muchos hombres jamás vivieron, pero ¿Ahora de que me sirve esta experiencia?

La decisión está en saber elegir, poner en practica ese Don que Dios nos dio al darnos el libre albedrío y escoger que es lo que queremos, y cual será la factura que debemos pagar por nuestra elección, ya que en cualquiera de las dos opciones siempre habrá un precio. Es decir, si elegimos vivir de manera poco normal, dejando a un lado todo orden establecido, podremos disfrutar de la vida de manera intensa y con absoluta libertad, sin dar cuentas a nadie de lo que hacemos y sin que nadie nos de cuantas a nosotros, en este caso, el precio será nuestra soledad y poca trascendencia por este mundo, aunque claro, la vida la disfrutamos a plenitud durante la juventud. Por el contrario, si decidimos hacer y vivir según todo el orden social, de forma normal, como cualquier mortal vive, nuestro precio será tener que vivir según lo dicta la sociedad, y reprimiendo nuestras emociones que se presenten en ese sentido, aunque sean de forma ocasional, y conformándonos con asistir casualmente a Coyoacán u otros lugares parecidos, y ver con cierto aire de envidia la forma de vivir de ellos. De igual modo, también en esta elección hay una ganancia, pues nuestra vida estará tranquila, tendremos la certidumbre que nos brinda el orden, las leyes y además, tendremos la seguridad de que alguien nos acompañará hasta la muerte, disfrutando y realizándonos también de los frutos que la vida nos otorgue, y sabiéndonos felices de que, al menos con nuestros hijos, habremos trascendido en la vida.

Así que, finalmente la diferencia estará en nuestra decisión, ¿Qué es lo que nos gustaría disfrutar? ¿La Libertad o La Sociedad?




La lucha de la Razon y el Sentimiento

LA LUCHA DE LA RAZÓN CONTRA EL SENTIMIENTO, ENTRE LA INTELIGENCIA Y EL DESEO
(Una reflexión personal)



De diferentes maneras y en diversos momentos a lo largo de nuestra vida, nos enfrentamos a decidir entre, hacer lo que la razón nos dice, o lo que mandan los sentimientos. Es una lucha constante que nos hace ser diferentes, -entre otras cosas- a los animales, y es diaria, permanente.

Para comprender un poco lo que la razón nos dice, debemos de tener en cuenta que ésta se ancla a los valores éticos, morales, religiosos o simplemente al sentido común, también debemos considerar que el carácter y la personalidad de cada individuo intervienen de forma importante y, finalmente la inteligencia emocional aporta también lo suyo, ya que como dice Daniel Goleman “Quien controla sus pensamientos controla sus emociones”1

Por otro lado, los sentimientos son todos aquellos deseos o pensamientos que nos dicta el corazón o en ocasiones, las vísceras, es decir, todo aquello que tiene una procedencia irracional, (por lo tanto fuera de la razón) para hacer algo que no tiene ningún sentido lógico. Ya desde la época de los griegos, vemos esa lucha constante, ejemplo de ello nos queda en la obra mitológica de Homero llamada “La Ileada”, cuando de forma totalmente irracional, sin sustento lógico, solo llevado por el enamoramiento del momento, Paris, roba a Elena de Troya, con las consecuencias catastróficas ya conocidas y costando la vida de miles de soldados de ambas partes.

No quiero decir con esto, que no debamos hacer caso a los sentimientos, o que todos nos llevan a consecuencias indeseables, ya que sin ellos no podríamos vivir realmente felices, ¿Cómo vivir y disfrutar de la vida si no conocemos el amor?, ¿Cómo pensar que alguna vez vivimos si nunca experimentamos sentimientos profundos como el amor, la gratitud, la tristeza? o incluso el odio o la ira. Son los sentimientos los que nos dan la fortaleza para vivir felices, los que nos hacen tomar decisiones que nos cambian totalmente, -a veces para bien o para mal- son los que nos empujan a accionar las palancas de la vida que, si lo pensáramos muy bien, no lo haríamos, y así dejaríamos de vivir experiencias inolvidables. Es finalmente, lo que nos permite vivir las mejores realizaciones en nuestra existencia.

Recuerdo en alguna ocasión a un hombre que platicaba de lo difícil que había sido para él y sus amigos haber fundado una Asociación de Beneficencia que ayudaba a niños enfermos de leucemia, y explicaba que para él, el motor que lo había movido a hacerlo, fue el sentimiento de haber visto a su hija morir de esa enfermedad y darse cuenta que al mismo tiempo, había muchos niños que por falta de medicamento no tendrían la oportunidad de curarse, en esa charla, alguien preguntó, ¿si hubieras pensado en ese momento todos los problemas que esto ha significado para ti, lo hubieras hecho? Y el respondió; “Si hubiera hecho a un lado el sentimiento y mi decisión fuese tomada en función de la razón, no lo hubiera hecho”. Pero ahora reflexiono, de haber dejado a un lado el sentimiento en esa ocasión, ¿Qué hubiese pasado con los más de 40 niños que actualmente viven gracias a esa decisión irracional? Así pues, los sentimientos son y serán siempre una parte importante de nuestra vida, misma que nos dan oportunidad de realizar cosas a veces inimaginables y de sentirse vivos en este mundo que de pronto se torna demasiado racional.

El problema de esta lucha, se presenta cuando las decisiones entre el sentir y el pensar tienen una probable consecuencia catastrófica, o al menos, no deseable, o bien, cuando estas pueden lastimar a un tercero. También cuando la lucha entre lo que pensamos y lo que sentimos nos cause dolor, intranquilidad o desánimo. Un ejemplo de ello son los celos irracionales, ¿Cuántas veces una persona se consume por los celos cuando verdaderamente no tiene motivos para hacerlo? y la razón le dice que no debe sentirlos, que no hay motivo real, pero el sentimiento ahí está! diciéndole que desconfíe de aquel ser querido. Otro ejemplo sería, el amor irracional por una persona de la cual no debe o puede enamorarse, y sin embargo, el sentimiento ahí está, pero de nuevo la razón le dice que esa persona no le conviene por tal o cual motivo perfectamente lógico! O la simple decisión entre hacer algo que no está permitido desde el punto de vista moral, ético, religioso o sentido común, -debido a las consecuencias que tendría esta acción- y el deseo seductor de realizarlo.

La depresión, cuando no tiene un origen clínico, suele ser también un ejemplo de esta lucha, ya que por falta de un sentimiento positivo arraigado en nuestros pensamientos, se hace presente una amplia gama de sentimientos negativos, que van desde la desesperanza y el desencanto por la vida, hasta los pensamientos suicidas, aun y cuando esa persona tenga muchos motivos para vivir y luchar. Un ultimo ejemplo sería también el miedo, ya que este, a diferencia del susto, siempre será irracional, pues está anclado a la percepción de lo que “puede suceder” sin que necesariamente sea real. El Dr. Jorge Bucay, menciona respecto al miedo: “El susto entra por la percepción y el miedo por la imaginación”2. Podría analizar otros sentimientos mas como la ira, el odio, la culpa, pero las explicaciones serían similares.


Sin embargo, el reto consiste en saber, cuando sí debemos dejarnos llevar por el sentimiento y cuando por la razón, o finalmente, como en muchos otros aspectos de nuestra vida, el secreto pudiera estar en el sano equilibrio entre ambos. Tendríamos pues que tener siempre en cuenta algunas variables por considerar, estas son:
1. La ganancia, es decir, ¿Qué es lo que puedo obtener y que es lo que puedo perder? Y ser lo mas objetivo posible!
2. Los valores éticos, morales y religiosos, ya que a fin de cuantas vivimos en una sociedad que se rige por valores morales, en una religión que tiene valores bien establecidos, y como parte de la universalidad vivimos valores éticos también definidos, e invariablemente si nuestra decisión es no tomarlos en cuanta, no perdamos de vista que los estaremos violentando con sus posibles consecuencias. Estos valores nos darán siempre un parámetro mas o menos confiable entre lo correcto e incorrecto
3. Las terceras personas sería otro punto a considerar, ya que una decisión que pude lastimar a un tercero es algo que no nos toca a nosotros asumir, y con ello está implícito también no poner en riesgo la integridad del otro. Independientemente de la consecuencia directa que el otro recibe, recordemos que es muy probable que la relación entre ambos pueda ser dañada irreversiblemente por una decisión mal pensada, o mejor dicho, no pensada.
4. El sentido común, este punto está ligado a la madurez de la persona, ya que no se puede pedir el mismo nivel de sentido común a un adolescente, que a una persona adulta, pues las experiencias vividas, aun en “cabeza ajena”, nos darán más herramientas para decidir.
5. La integridad de la persona que asume la decisión, es decir, tomar en cuenta el riesgo que puede costarle a la integridad no solo física, sino también la integridad como un “ser íntegro”
6. Veracidad, ¿Cuánto de lo que estoy sintiendo, pensado o deseando, es real y cuanto es producto de mi imaginación? Ya que en ocasiones después de asumir el riesgo, nos damos cuenta que no era lo que pensábamos, sentíamos o deseábamos.

Pero al fin de cuentas, en nuestra vida habremos tomado decisiones que no hayan cumplido con estos razonamientos y no haber pasado nada indeseable, así que, si queremos plantear esas variables como una conclusión de esto, también deberemos incluir que; en muchas ocasiones el presentimiento, el anhelo, la premonición o el “sexto sentido” suele ser lo único verdaderamente necesario para saber decidir que hacer frente a esta lucha. Por ello, reitero que quizá en verdadero secreto se encuentre en evitar este enfrentamiento, es decir, buscar el equilibrio entre ambos pensamientos, para no convertirnos en unos anarquistas llevados solo por el deseo y el sentimiento, ni tampoco en unas maquinas que todo lo razonen y nos evite vivir con intensidad la vida, y así, no convertir al sentimiento en enemigo de la razón.

Por ultimo, habrá que considerar que este es un análisis “razonado” donde quedan en clara desventaja los sentimientos, habría que tratar de plantearlo “sentimentalmente”, quizá así, la razón no tendría mucha oportunidad.






Referencias:
1 Daniel Goleman La inteligencia emocional. Vergara, 2000
2 Jorge Bucay De la autoestima al egoísmo. Océano, 2003