Sunday, August 21, 2005

Surfrear o coducir?

Vivir la vida surfeando o conduciendo

Por: Carlos Aguirre Moreno


Aunque la mayoría de nosotros difícilmente podemos imaginar lo que significa el deporte del surfing, trataré de describir brevemente un día en la vida de un surfista y posteriormente un día en la vida de un conductor de metro, para finalmente dejar al lector sacar sus propias conclusiones, sobre las grandes diferencias de estos personajes y la similitud con la forma en que a escogimos vivir la vida.

El día del surfista inicia desde un día antes de salir, cuando analiza la posible playa donde habrá las olas ideales para disfrutar de este deporte, tendrá que investigar en el meteorológico o donde pueda esta información para que, la mañana siguiente, salga dispuesto a buscar los retos de este deporte. Así, temprano se levanta y se dirige a la playa escogida, la contempla por unos minutos, la mide, ve primero el tamaño de las olas y las estudia. Por fin se dirige a la orilla y decide a entrar al mar, se coloca sobre la tabla y empieza a nadar mar a adentro, empujándose solo con sus brazos, no hay motores, no hay ayuda externa, es solo él y su tabla contra el mar, el mar que habrá de conquistar sin saber exactamente lo que le espera, ya que este deporte –como muchas cosas en la vida- así es, impredecible, impetuoso, y tremendamente excitante conquistarlo.
Ahí está ahora nuestro surfista, tumbado sobre tu tabla y viendo como las olas empiezan a levantarse. El punto donde el surfista se coloca para medir la ola es donde ésta apenas nace, no es posible saber que tamaño tendrá, solo la experiencia y la vocación le podrá decir cual ola intentar conquistar. Por fin, al cabo quizá de unos breves minutos, o quizá un horas, ve venir la ola que le ofrece la oportunidad de trepar y conquistar y decide hacerlo, en ese instante no sabe con certeza si lo logrará, cierto está que debajo de él, a unos pocos metros hay corales que pueden provocarle heridas, o que la traicionera ola puede revolcarle, pero la decisión está tomada, se coloca detrás de ella………y sube a la tabla! Siente la adrenalina correr por sus venas, siente el impulso de la inercia hacia delante, a partir de ese momento lo mas importante es la concentración y no perder el equilibrio, -que como muchas otras cosas en la vida suele ser lo mas difícil de mantener- de pronto se encuentra en la cresta de la ola, la experiencia lo hace bajar para tratar de entrar en el túnel que la ola produce antes de romper, y saber que ha conquistado de nuevo al mar, este pensamiento lo distrae por unos instantes, lo suficiente para que, en ese preciso momento caer al agua…. es revolcado por el mar, traga agua, el cordón que ata a la tabla a su tobillo le hace sentir dolor, intenta nada hacia arriba, de su boca salen burbujas de aire, apenas lo logra sacar la cabeza el cielo, respira hondo y sale nadando hacia la playa, cansado, no pudo con esa ola. Pero esto no lo desanima, sabe que no es fácil conquistar el éxito y sabe que cada ola es siempre diferente, cada ola es un reto, cada ola es una meta, y de cada una ha aprendido algo nuevo, para hacer de este hombre un hombre cada vez mas experimentado, aun a sabiendas que quizá haya una ola que no lo deje salir nunca del traicionero mar.
Una vez mas, se introduce al mar, a un lugar similar de donde decidió trepar la última ola, ya que jamás será el mismo punto, porque el mar nunca es el mismo, es siempre cambiante, siempre diferente, ya que la temporada del año, le día, incluso la hora son variantes que hacen de este un lugar siempre impredecible. De nuevo, después de un tiempo decide tomar la ola siguiente, vuelve a intentarlo, revisa los movimientos que debe tener, se coloca sobre la incipiente ola y se sube a su tabla, confiado que ahora sí es la ola adecuada, está sobre ella, ahora está en la cresta, baja suavemente para entrar al túnel e inicia su recorrido, la ola empieza a reventar justo detrás de él, siempre detrás de él, mientras se dirige al final de túnel se agacha un poco para mantener el equilibrio, no piensa en otra cosa mas que en el momento mismo, lo disfruta, acaricia con su mano la pared de la ola frente a él, y finalmente……….. sale de ella!!!!! La ola terminó, la ola fue conquistada! Los breves instantes que duró son suficientes para sentirse satisfecho, todavía siente la adrenalina correr por sus venas, y en la mente vuelve a recordar cada segundo de este éxito, no solo para vivirla de nuevo, sino también para encontrar los movimientos que le permitieron conquistarla.
Finalmente, ha terminado su día, se dirige a su casa, lugar donde al salir no estaba seguro de regresar, pero este día, al igual que muchos otros lo logró, y ya empieza a pensar en la próxima playa donde las olas representen un reto mayor para seguir sintiéndose triunfador. Sabe que hay quienes lo piensan loco, pero la intensidad que le regala este deporte es lo que lo hace sentir vivo, y piensa que otra forma de vivir es inadmisible.

El día del chofer el metro se presenta de una forma totalmente diferente, ya que éste inicia al momento de levantarse, no hay que buscar a donde ir, sale de su casa con la certeza que, al menos por su trabajo, regresará a la hora de costumbre, se dirige a la estación donde ayer, la semana pasada, el mes pasado y años anteriores lo ha hecho día a día, al entrar charla con sus compañeros, toma una taza de café, sin mas prisa que la necesaria para checar a tiempo el reloj de entrada. Revisa el manual de seguridad, mismo que tiene años de haber sido impreso y que hasta el momento ha dado muestras de confiabilidad, toma en cuenta cada una de las instrucciones antes de dar inicio, si bien ya lo sabe de memoria, lo hace en estricto apego a las reglas. Por fin, pone el metro en marcha, acelera gradualmente la velocidad, sin prisas, pero sin contratiempos, según lo establecido, sabe lo que hace y sabe que lo hace bien, es una actividad que no demanda demasiado estrés, no hay adrenalina, pero tampoco riesgos, el trayecto que recorrerá será el mismo que ha realizado todos los días de los últimos años, las mismas vías, las mismas terminales, los mismos túneles…. No hay cambios, no es posible que haya cambios. En este trabajo, las variables sobre la temporada, el mes, el día, incluso las horas son totalmente predecibles. Las horas pico, las estaciones grandes y llenas, aprende de memoria las caras de muchos de los miles de usuarios que día a día usan el mismo trasporte…. No hay cambios, hay seguridad y sabe que la mejor dicha que la seguridad ofrece es la supervivencia. Sin embargo, recuerda la ultima vez que se presentó un sobre salto, en medio del tercer túnel, cerca de la hora pico vio a lo lejos un bulto sobre la vía, imprimó rápidamente los frenos, -según lo indica el manual de seguridad- causando un griterío de hombres y mujeres usuarios todos del metro, había detenido el tren justo antes de llegar a la obstrucción, inmediatamente de la central se comunicaron para conocer el motivo, ya que este chofer nunca está solo, siempre habrá alguien a quien pueda recurrir en caso de urgencia, hay todo un equipo tecnológico y humano detrás de él, las decisiones que toma solo tienen que ver con su labor rutinaria, nada mas allá, él solo tiene capacidad de decisión para que su trabajo -por el cual fue contratado- lo haga bien y por cierto cumple bien, y lo sabe, se siente satisfecho de ser un trabajador cumplido, ordenado, meticuloso, responsable, jamás ha faltado a su trabajo por causas injustificadas, tampoco ha puesto en riesgo nunca la seguridad de él y el pasaje que trasporta.
A la mitad de la jornada, toma un descanso para comer, mientras su tren es revisado mantenido y limpiado, para luego de los 90 minutos reglamentarios seguir la segunda parte de su jornada. Finalmente se ha cumplido un día mas, conduce el tren hasta el lugar de revisión, saluda al mecánico que conoce perfectamente desde hace años, toma su lonchera y sale, se dirige de nuevo a su hogar, donde sabe que lo aguardan 30 minutos después de la hora de salida. Al llegar a su casa preguntan: ¿Qué tal tu día? Y responde: Muy bien, todo normal.
Sabe que hay quienes lo piensan aburrido, o rutinario, pero también está convencido que es la mejor forma de vivir y gozar de las cosas mas importantes que lo rodean, también sabe que esta es la mejor forma de llegar viejo.

La conclusión creo que es obvia, la vida suele darnos la alternativa de escoger como la vivimos, en ambos ejemplos hay ganancias y pérdidas, habrá quienes piensan que la lucha diaria por conseguir un triunfo más, es todo lo que necesiten en ese momento, aunque la seguridad de sus bienes este en juego a veces, y otras donde las posibles ganancias sean abrumadoras, y esta forma de vida los llena de emoción y de ímpetu, sienten que la vida es para vivirse y que lo que aquí atesoremos no nos lo llevaremos a ningún lado, eso justifica su pensar. En cambio hay quienes piensan que la seguridad de lo que hacen y tienen, es lo mas importante, piensan que, no les importa el cuanto ganaran o dejan de obtener, sino el riesgo que corren al hace algo que no es predecible, y esto es lo que los llena de satisfacción.

¿Y tu, Cual de las dos formas prefieres vivir?, ¿surferar o conducir? Anticipando tu respuesta, te diré que si has pensado ser chofer de lunes y viernes y practicar el surf los fines de semana, te diré que lamentablemente no es posible, ya que estas dos personalidades se contraponen en extremo, ni hablar, hay que decidir.

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